martes, 21 de abril de 2015

Felicidades "M"



De nuevo solo. Sin ordenador, sin espacio en el teclado y felicitando a “M” a distancia porque también estoy sin mi femelina señora. Tan solo acompañado por un trío de cuerdas interpretando el 4º (o el 5º,6º o puede que hasta 7º) movimiento más cansino de la historia de la música. Bueno están ellos y también mi fiel perrita por allá tumbada mientras espera cazar una mosca despistada o similar. Pero si esperáis una lista de quejas, planes para pasar esta soledad o una crónica desesperada, esta vez os equivocáis. Vendetta.
Un día así todo falla. Primero te vas a conectar a internet y no hay adsl. Tras las gestiones oportunas con diferentes máquinas a quien dices que te llamas John Connor por supuesto, esperas que será cuestión de minutos la llegada de tus megas contratados. Iluso que es uno, el narrador se pira mosqueado buscando la compañía negada por su femelina “M”. Una madre siempre está allí, menos cuando está en una de sus múltiples actividades. Iré a la terraza de siempre y seguro me encuentro con la banda, piensa vuestro narrador. Error; ni Perry. Stephen desaparecido y sin señal, Austin en una reunión Trecky conmemorando algún santo vulcaniano y el resto currando. No  habrá tanta crisis si todo el mundo está trabajando…
Allí estoy en la puerta de la casa familiar mirando al infinito mientras  el infinito me mira a mí. Si no me hubiese dejado las llaves dentro de casa me iría en bici pero abajo no hay nadie. Voy a la tienda de Chuches a pedirlas. Ojalá comprase una chocolatina y me tocase una entrada para la fábrica como a Charlie. Me encuentro con mi peor pesadilla; la pesada argentina abuela que lo pregunta todo con una cadencia de 2 palabras por minuto. Tras plantearme seriamente las bondades de la emigración en la primera media hora consigo en una de las pausas de la terrible señora las llaves. Voy a casa compruebo que la llave esta puesta por dentro, consigo lo necesario y como un ladrón de una peli de los 70 me cuelo dentro.
Sorprendido con mi hazaña, me visto de ciclista y salgo corriendo. El sol me baña la cara, la brisa me da en la cara, la bici no hace el ruidito rítmico que me crispó los nervios las últimas veces; todo se arregla. Primera parada saludo cordial. Pedaleo un poco más y segunda parada; Colette olisqueando el culo a otro perro. Alcanzo la plaza y 3ª parada; la gente ha salido de currar por lo visto. Doblo la esquina y paro el strava; Toda la banda en la terraza. Llevaba 16 minutos y 0,6 kilometros.
Ya que estoy, si no es inconveniente, me voy. Solo hasta la caseta de las brujas. Intensidad y poco tiempo. Subo pedaleando a buen ritmo, alegre al principio. Los pajaritos trinan, Colette mueve el rabo y persigue ardillas, Sigur Ros suena en mis auriculares..La senda se ha complicado bastante y está llena de piedras, raíces y zarzas que cruzan el camino pinchando arañando y desgarrando brazos, piernas y lo que sea. En algún momento me sorprendo pensando en el típico “Ya estoy aquí?”. Eso es un momento antes (curva más o menos) de dejar el limbo aeróbico y preguntarte el también típico “Aún estoy aquí?”. Allí ya eres consciente de todas las derrapadas, parones bruscos y golpecitos contra piedras y raíces. Tras lo que parece un agónico lustro alcanzas la cima y comienzas el descenso pensando en purgar los frenos, quitarle presión a la horquilla, que podías haberte puesto ropa de abrigo en la mochila, otra música (..)
Mañana tenis. Pero no está mi pareja y no tienes bolas porque tampoco está el pregonero. A veces  pienso que se va todo el mundo con “M”…..