viernes, 18 de marzo de 2016

Idealizando



Mis queridos lectores (al menos cientos de vosotros) se extrañan que “M” no se haya ausentado en tanto tiempo. Pero nada más lejano de la realidad. Casi tengo que empezar a escribir las presencias por inusuales que las ausencias por su normalidad. Ahora mi femelina y detestable “M” se encuentra en Valencia tras 2 noches en este nuestro hogar previa semana de duro trabajo en Madrid. Vive con una maleta en la mano, habla constantemente por teléfono y se maquilla a diario para video-conferencias y eventos. Tiene hasta una agenda de la que no se despega y mira continuamente el reloj de su móvil nuevo. El stress ha entrado en su vocabulario y no consigue sacar tiempo para correr por “Central park” aumentando lo primero y en detrimento de este pobre y olvidado cronista.
El pobre y olvidado cronista sigue pasando su temporada de nieve en una ausencia constante que no sonante. También he sufrido cambios en esta ausencia prolongada. Ahora la noche se me hace corta porque me duermo en el sofá como un bendito mientras la madrugada se me hace eterna. Podría desayunar 2 veces, preparar una comida de Navidad para el descanso en el curro (si lo hubiese) y limpiar la casa antes de pasear (hogar-Barbenuta) a Colette, llevarla a casa de mi madre y sentarme a esperar mi coche. Solo he de deciros que me he duchado 3 días por la mañana y ninguna porque lo necesitase o porque quisiese…por aburrimiento todas ellas.
Ya no recuerdo el olor de su pelo a vainilla y cardamomo cuando me acuesto en la cama. Sus rizos rubios, sus ojos verdes y sus labios carnosos son una dolorosa imagen grabada en mi memoria. He de mirar fotos para recordar sus generosas y turgentes formas en esos vestidos vaporosos que tanto le gustan. Ya no escucho su dulce voz aterciopelada deseándome felices sueños o sus labios susurrándome al oído que es tarde y que tengo el desayuno en la mesa. Es difícil después de tanto tiempo….De hecho puede que la tenga un poco idealizada en la ausencia.
Sea como sea, mi vida se hace triste en la ausencia. Mi existencia es aburrida en una solitaria casa sin ascensor y sin cervezas en la nevera. Que gano otras cosas; lo sé. Pero en la vida hay cosas más importantes que respetar un horario o el sexo. Cosas pequeñas como la dulzura de “M” cuando regreso cansado del trabajo y deja todo para sentarse y hablar del día conmigo. Otra cosa que extraño es volver y encontrarme el pan recién hecho en la mesa y que ha salido a comprar haciendo un alto en su trabajo. Por no hablar esos días de frío en los que al cruzar el umbral de la puerta percibo el calor y olor del fuego que ha encendido mi femelina y añorada “M”. Lo dicho; pequeñas cosas que quizá igual también tenga idealizadas en la ausencia.
Hablando de esto entenderéis como siento esta ausencia, las carencias que sufro en esta claustrofóbica soledad. Y eso que solo hablo de lo superficial. No os hablo del apoyo incondicional en todo momento cuando las derrotas del pádel se me hacen insoportables. La indiferencia que muestra cuando me niego a ducharme. La total entrega hacia mí cuando intimamos independientemente de que le duela la cabeza, tenga el cuerpo líquido, se haya dormido, tenga trabajo, esté cansada, super-cansada, ausente, desganada, asexual, célibe perdida o se la coman diferentes grupos étnicos. Claro que igual tengo que decir que la ausencia prolongada me lleve un poco a la idealización de “M”.