No tengo vida así que no noto la
ausencia hasta que llego a casa. Me levanto temprano y salgo de casa en mi
vertedero –furgoneta para vivir parte a parte, problema a problema y colgado
del teléfono entre avisos de peligro urgentísimos todos que van desde la
posible fisión de un reactor nuclear de una nevera hasta el derrumbe de una
casa entera con inundación incluida (y hasta una epidemia de tifus más que
segura). Almuerzo en la furgoneta y como en media hora mientras Jaca se hunde
en una sucesión de terribles roturas, explosiones y estampidas. No soy
consciente de la ausencia porque no soy consciente ni de mi persona. Mis
funciones vitales desaparecen; no meo, no como, respiro depende de la posición
que tenga y mi cuerpo se convierte en piedra, junco, aire, papel o tijera
dependiendo de la necesidad. Soy un samurái del trabajo. Soy kung-fu manta. Soy
budista con mal karma laboral. Sigo el camino de la chapuza. Solo importa el
momento porque el pasado ya lo he acabado (o postergado) y el futuro será más
tarde porque no he acabado de apretar el tornillo que sujeta la ciudad con el
resto del mundo y sus consiguientes fuentes de soportes vitales de la
población. Pero cuando abro la puerta de
casa tras un duro y largo día de trabajo
allí me está esperando la ausencia, el hambre, el wc y todo eso que no hago
durante todo el día. Todo sea por la obscena cantidad de pasta que gano y el
nivel de vida que llevo. Estoy eligiendo una furgoneta Maserati …no digo más.
Pero cuando llego al vestíbulo, la
soledad y la singularidad me asaltan. “M” no está ni me pilla el teléfono.
Colette sigue secuestrada. Estoy en una soledad que me impide quejarme a gusto
y dónde no puedo verter mis odios y mi rabia como quisiese.
No importa, soy una isla de
tranquilidad y la luz me acompaña. No estoy solo, Dios está conmigo. Me
convierto en agua a la que no puedes golpear, ni llamar x teléfono, ni matarle
la cabeza porque tienes que pintarle toda la habitación. Soy agua amigo mío. Agua Carlista por cierto. Y lo mejor de todo….soy
agua con 2 tuper en una bolsita. Y además me voy a chascar una cerveza y voy
adormecer mi espíritu antes de ducharme y quitarme la mugre radioactiva del
último parte.
Ya voy un poco borracho y estoy
fumando con la puerta cerrada. Hace un poco de frío pero yo me río. Mañana es
viernes y eso significa el retorno de “M”. Viernes. Tengo una alarma nuclear,
otra química y un par de posibles escapes de gas mostaza en varias
urbanizaciones y luego volverá “M” cargada de regalos navideños y con lencería nueva.
La vida me sonríe. Tengo hambre pero tengo comida hecha, estoy sucio y cansado
pero no está Myriam y tengo un sofá y un capítulo de Sherlock.
La ausencia es corta esta vez y
soy el guardián del orden, el conservador de occidente y el borracho del 3º que
mea desde el balcón.