martes, 31 de mayo de 2016

Primavera enajenada



Hablaba de la adversidad en la última ausencia que publiqué. Hablaba de cómo los elementos destrozan tus velas y rompen la formación que cuidadosamente preparaste para la batalla venidera. De cómo te sientes cuando  todo tu esfuerzo por llegar a una bola y la golpeas a un palmo de donde la querías mandar parece una broma del destino. Y así una vez tras otra hagas lo que hagas. Del enésimo partido que pierdes de pádel sin saber el porqué ni llegar a entender de dónde vienen esas nubes que hace 10 minutos no estaban. De todo lo que planeas y al final no sale y del acierto de la máxima que tú preparas y  Dios dispone. Si son pequeñas cosas; lo sé. Pero únelas todas y ponlas en una secuencia temporal seguidas, súmale tu frágil estado anímico por la ausencia y tendrás un gran monstruo tras de ti.
Y un buen día te levantas y pese a la previsión del tiempo que era buena, sigue lloviendo cada 37 minutos intermitentemente. Y en ese momento estallas y quieres buscarte la ruina. Piensas en cómo sería salir de casa y saltar en tu Jaime descapotado totalmente y hacer que ruga el motor delante del cuartel. Salir picando rueda y  corrigiendo la dirección con un cabeceo del Jaime ante la atónita mirada de los todos. Saltarte el semáforo tonto y entrar en la general de lado y derrapando para cruzar como una exhalación el puente y dar un volantazo en el siguiente cruce para meterte hacia Jarandín. Acelerar en el camino y saltar a cada bache para parar en un campo con un trompo. No un campo cualquiera, en “El campo”. Abrir todas las exclusas de las acequias para inundar  la zona y que parezca un meandro del rio. Dinamitar el remolque de los cojones que he vaciado,llenado,vaciado,llenado (..)  y convertirlo en un amasijo de hierros para luego, más tranquilo, colocar otra carga en la sección de muro que esta perfecta, inmaculada. La que parece un muro inca por su perfección armonía y disposición. Esa misma. Por joder aunque luego ante un juicio diría que molestaba al señor y era una ofensa para un devoto practicante.
Y volver al Jaime y acelerar saliendo a toda ostia viendo en el retrovisor un hongo nuclear (me he pasado un poco) y el muro inca por los aires. Pararía en la residencia y haría un grafitti con alusiones a Bakunin y dibujaría una picha con dos cojones. Luego compraría sal yodada (en la ferretería le tenían que llegar los sacos de sal y le dije que no hacía falta que los encargase que no me duraría la locura una semana) y la esparciría por el huerto. Antes me hubiese cascao 2,3,4 trompos con el coche y entrado destrozando la puerta.
Luego iría al pádel y una a una rompería todas las palas. A tajo parejo, en orden. Pin pan pin pan!! Y al irme pintaría al lado de las putas rayas 2 rayas más.
Ya más tranquilo, recobrando el aliento y mucho más satisfecho, me fumaria un pito en el campo de Sta. Bárbara para acabar tapando el ahujero con sus piedras encofrado y todo. A la mierda todo!! Y ahora, ya plenamente satisfecho, me volvería a casa con lo que quedase del Jaime para aparcar no  en el vado, dentro de la carnicería. Y así, cogiendo el paraguas tranquilamente, volver silbando a mi kely mientras sigue lloviendo y sacar a Colette a mear que se me ha olvidado.
Y de repente abres los ojos y te das cuenta que no ha pasado. Ha ocurrido en tu imaginación mientras el café hervía. La mente es una máquina poderosa. Pero estas bien. Te encuentras estupendamente y has descubierto la válvula de escape perfecta para todo. Sigue lloviendo fuera, pones otra cafetera y cierras los ojos. Ahora piensas en “M” con tu camisa blanca y una braguitas de la teniente Ripley por casa…..mmmmmmm.

lunes, 30 de mayo de 2016

Primavera 1



Ahora que las nubes descargan tormentas por la noche y el polen barre los valles con furia, “M” se va. Se hace su maleta alegremente por la noche llenándola de vestidos floridos, braguitas de fantasía y medias evocadoras y con el cuerpo líquido se acuesta esperando que la alarma le diga el momento en el que ha de dejarme en una ausencia primaveral. No hay una despedida cargada de frenesí esa noche. Tampoco la hubo la anterior. Ni siquiera la semana pasada.
Suena el despertador. La oigo temprano de madrugada. Ella, femelina figura envuelta en sombras, todavía mostrándome su desnudez, abre armarios y cierra. Me gustaría decir que dulcemente pero la realidad es que lo hace al son de fanfarrias y de tambores. No sé si los toca ella o es el “Blaxter” pero poco importa a las 6 de la mañana. El mal ya está hecho; estoy despierto y consciente de la ausencia.
Allí estoy yo sentado en la penumbra a las 7 de la mañana con un largo día por delante y la ausencia clavada en el pecho. Tengo mucho que hacer y eso es un consuelo. Al igual que los romanos hace 2000 años he de sacar piedras y cargarlas, trabajar la tierra para plantar y vivir con la ausencia de una virgen vestal.
Pero ella revolotea a mí alrededor con sus largas piernas ceñidas en un tejano. Se agacha y su trasero firme y embutido en azul me recuerda lo básico de mis instintos. Vuelve a agacharse, busca algo (o todo conociéndola) que ha olvidado, traspapelado, perdido o extraviado y tengo que alargar la mano hacia el objeto del deseo. Es temprano lo sé, ha de coger un tren pero lo primario de mi ser aflora y tengo que saltar sobre ella y reducirla. Bueno tendría que haberlo hecho. La puerta suena y el ruido de las escalera decrece…se ha ido.
Mi cuerpo esta dolorido porque el tiempo pasa y el joven valiente y optimista que abrazaba la filosofía punk de principios de los 80 ya no existe. De hecho, cuando “M” desliza su femelina figura más allá de Monrepos, las nubes acuden en masa desde allende los mares para joderme y acrecentar mi consciencia de ausencia. Su detestable señoría ni siquiera llamará para hacerme saber que ha llegado, que me echa de menos y se muere por volver a mi regazo. Yo que lo he dado todo por ella…
Planes, orden y provecho es lo que me marco en esta nueva ausencia. De nuevo me amparo en mi modelo metrónomo para llevar esta cruz. Pero el desastre se asoma en forma de nubes y las amenazas me rodean. Internet se esfuma, el ordenador da fallo térmico, la lluvia me impide trabajar y salir con la bici, pierdo el drive jugando al tenis y más tarde el revés, en la tv todo el mundo  “punchando” y artículo que cae en mis manos versa de sexo, Podemos resurge(..)
Mi estabilidad se pierde. Mi plan maestro está diseñado para luchar contra la ausencia no contra los elementos. Estoy desquiciado y atrapado en la adversidad. Tengo un partido de pádel esta tarde y una final de Champions y me temo lo peor.
¿Cómo prevalecer? ¿Cómo mantenerme firme? Eso lo contaré más adelante, no se pierdan la siguiente entrega.