lunes, 30 de mayo de 2016

Primavera 1



Ahora que las nubes descargan tormentas por la noche y el polen barre los valles con furia, “M” se va. Se hace su maleta alegremente por la noche llenándola de vestidos floridos, braguitas de fantasía y medias evocadoras y con el cuerpo líquido se acuesta esperando que la alarma le diga el momento en el que ha de dejarme en una ausencia primaveral. No hay una despedida cargada de frenesí esa noche. Tampoco la hubo la anterior. Ni siquiera la semana pasada.
Suena el despertador. La oigo temprano de madrugada. Ella, femelina figura envuelta en sombras, todavía mostrándome su desnudez, abre armarios y cierra. Me gustaría decir que dulcemente pero la realidad es que lo hace al son de fanfarrias y de tambores. No sé si los toca ella o es el “Blaxter” pero poco importa a las 6 de la mañana. El mal ya está hecho; estoy despierto y consciente de la ausencia.
Allí estoy yo sentado en la penumbra a las 7 de la mañana con un largo día por delante y la ausencia clavada en el pecho. Tengo mucho que hacer y eso es un consuelo. Al igual que los romanos hace 2000 años he de sacar piedras y cargarlas, trabajar la tierra para plantar y vivir con la ausencia de una virgen vestal.
Pero ella revolotea a mí alrededor con sus largas piernas ceñidas en un tejano. Se agacha y su trasero firme y embutido en azul me recuerda lo básico de mis instintos. Vuelve a agacharse, busca algo (o todo conociéndola) que ha olvidado, traspapelado, perdido o extraviado y tengo que alargar la mano hacia el objeto del deseo. Es temprano lo sé, ha de coger un tren pero lo primario de mi ser aflora y tengo que saltar sobre ella y reducirla. Bueno tendría que haberlo hecho. La puerta suena y el ruido de las escalera decrece…se ha ido.
Mi cuerpo esta dolorido porque el tiempo pasa y el joven valiente y optimista que abrazaba la filosofía punk de principios de los 80 ya no existe. De hecho, cuando “M” desliza su femelina figura más allá de Monrepos, las nubes acuden en masa desde allende los mares para joderme y acrecentar mi consciencia de ausencia. Su detestable señoría ni siquiera llamará para hacerme saber que ha llegado, que me echa de menos y se muere por volver a mi regazo. Yo que lo he dado todo por ella…
Planes, orden y provecho es lo que me marco en esta nueva ausencia. De nuevo me amparo en mi modelo metrónomo para llevar esta cruz. Pero el desastre se asoma en forma de nubes y las amenazas me rodean. Internet se esfuma, el ordenador da fallo térmico, la lluvia me impide trabajar y salir con la bici, pierdo el drive jugando al tenis y más tarde el revés, en la tv todo el mundo  “punchando” y artículo que cae en mis manos versa de sexo, Podemos resurge(..)
Mi estabilidad se pierde. Mi plan maestro está diseñado para luchar contra la ausencia no contra los elementos. Estoy desquiciado y atrapado en la adversidad. Tengo un partido de pádel esta tarde y una final de Champions y me temo lo peor.
¿Cómo prevalecer? ¿Cómo mantenerme firme? Eso lo contaré más adelante, no se pierdan la siguiente entrega.

No hay comentarios: