Me arrancaron de mi hábitat. Tras
largos años en ese entorno, un buen día el viento cambio y lo que eran fértiles
llanuras pasaron a convertirse en eriales. La tristeza aparto la alegría de ese
hasta entonces mi hogar y los armarios dejaron de cerrar bien. Es curioso pero
a partir de entonces, todo lo que había funcionado correctamente dejo de hacerlo.
Faltaban tiradores en cajones que siempre habían estado allí y dejaron de poder
abrirse; se sumieron en el olvido. El confort que siempre pensé tener se
desvaneció y resultó que había sido mentira; ya no estaba allí. Era como si la
nada se expandiese. De golpe y porrazo todo había cambiado. Resultó que ni siquiera
yo estaba dónde debía estar, la zona gris avanzaba y yo ya no estaba allí. Buscaba
a Jufur para que me llevase lejos de la nada. Es que además….¡Joder!..Ni “M”
esta dónde debe estar!!
Aquí empezó la verdadera
similitud con “La historia interminable”; un mes de subir y bajar cajas. Desmontar
armarios y bajarlos, montar armarios y subirlos tras bajarlos, subir para
pintar aquí y bajar para pintar allá, subir escaleras con bolsas enormes para
luego bajarlas rellenas de nuevo(..) Me hubiese venido bien tener al dragón
Jufur y no al pequeñísimo Jaime pero le hubiese cambiado el nombre por ascensor
y todo el mundo sabe que los dragones han de tener utilidades magnas y …en fin
esa es otra historia. Ahora vivo en un sitio nuevo junto a mi hermosa y
detestable “M”. Ella por cierto no está aquí ahora. Estoy solo en mi nuevo
hogar como si estuviese de vacaciones en un apartamento alquilado por primera
vez buscando donde están las cosas. Ya no hay “la nada” avanzando inexorablemente
pero ahora no encuentro nada que es otra forma de olvido.
He perdido el azúcar para el café
en algún sitio de la cocina pero no importa porque acabo de encontrar el
interruptor de la cocina y podré seguir con mi tarea de búsqueda. “M” tampoco
está en su sitio. Me giro para buscar el mando pero tampoco está en su sitio,
está al otro lado junto a la mesa que debiese estar en el lado contrario. Mi
eje oeste-este ha cambiado por este-oeste y la luz viene de donde no debiese y
hasta el polo magnético no es el mismo. Mi brújula busca un norte que se ha
desvanecido y “M” no está. Ni siquiera
tengo mi hockey hielo en la tv como antes para practicar mi golpe en el
pasillo.
Bueno pero la vida sigue y tengo
un árbol de hojas rojas al lado de la ventana de mi cuarto cuando me levanto. Tengo
un lava-vajillas que no se llena nunca. Tenemos una zona verde, una piscina y
una pista de tenis que ya tenía. En fin…M” no está, sigo buscando el azucarero
y mi norte poco a poco se va recolocando. Pero esa es otra historia.