Tengo una mala relación con el Dios
de las pequeñas cosas. Cosas que no son importantes pero que sumándolas pueden
hacer que una ausencia sea un infierno. Son nimiedades, lo sé pero si juntas
300 pequeñas cosas, puedes buscarte la ruina en un momento dado. Te levantas
mal dormido porque estas de ausencia y la mosca de las 6,30 sigue fiel a su
cita. Se te cae la tostada por el lado de la mantequilla y lo hace en la
alfombra de cachemir. Ya tienes un poso guardado de “pequeñas pero lacerantes
cosas” así que recoges la tostada a la par que haces una imprecación para
levantarte rápido con otra imprecación y sacudirte en la cabeza con la mesilla.
Acabas de empezar un mal día.
Hagas lo que hagas todo te saldrá
al revés. Necesitas sol, lloverá. Quieres soledad, estarás rodeado de gente. Es
el Dios de las pequeñas cosas que te castiga haciendo que la tv no funcione a
la primera. Ni a la segunda. Que tarde y se bloquee y tengas resetear el tdt
mientras aprietas fuerte el mando y repites un mantra tenso y sordo en tu
interior. Estas jodido. Las pequeñas cosas se acumulan y van llenando poco a
poco el depósito. Así que cuando llegas a casa y sacas las llaves y te
equivocas juras en hebreo por tu mala suerte, porque te quiten la pierna que no
levantas cabezas, porque….desmedido todo.
Así que pensando en la teoría de
las 12 de la medianoche en este momento voy a vaciar depósitos. No sea que
llegue la hora, se desborde el depósito y me busque la ruina un “come-pipas”
habitual que ha venido con el Jorge y la Pilar de vacaciones.
A partir de ahora voy a ser un
positivista que te cagas. Seré un replicante más que ha asumido el determinismo
y nada le perturba. Cómo si mi padre fuese Onassis y estuviese currando como
experimento social. Que llueve…me mojo. Que sale el sol y pica….me remojo.
Que llego tarde porque tengo que
publicar esta crónica para que “M” sepa que me acompaña su recuerdo
continuamente y he de esperar a que acabe la lavadora para cuando llegue huela
todo a suavizante y quiera jugar a papás y mamás……llego tarde.
Hoy se han acabado las urgencias.
Cuando llegue al curro y mire alrededor
sonreiré y daré gracias por tener el estrecho de Magallanes para seguir
experimentando la pobreza y la vida real. Incluso puede que le saque todo el
jugo a la experiencia y grabe un documental como el George de la jungla con
crocs (o cómo se llame el majadero ese) con la fauna. Me veo arrodillado al
lado de una madre común explicando el desinterés de esta especie por sus crías
para acabar haciendo un primer plano en el estampado de su bañador. Aunque
ahora que es época de cría de futboleros sería más interesante grabar las
manadas de estos anidando en torno a un balón.
Aunque a quien quiero engañar…No
soy así ni fingiré serlo. Si me viese en el caso no tendría que hacer
experimentos, ni siquiera un biopic o una precuela de realidad, sería lo que
quisiese yo ser y hacer. Nada de vacaciones en la vida real o el twitter de
turno, yo mismo sin preocupaciones. Alaska, un jardín japonés, aprender francés
en Biarritz y un volvo que te cagas, alguien que limpiase los pelos de Colette,
una oscura gruta de mi propiedad rodeada por vallas electrificada, una vespa
para “M” y otra persona que me compre 1 vez por semana copas de chocolate en
Matadona (..)