viernes, 29 de septiembre de 2017

El bosque oscuro



Podría estar disfrutando de mi recuperada libertad. Libertad….no tanto. Empiezo de nuevo: Podría estar disfrutando de mi libre albedrio plenamente. Vivir sin horarios y tranquilamente, sin grandes cosas, trabajando por las mañanas, salir en bici o tenis por la tarde, una birra al caer el sol con “M”..Nada. Se enteró “M” cuando acababa y compró un billete para Madrid el mismo día. Femelina como es ella, se puso el vestido negro en la maleta (olvidó meter el cargador y las tarjetas seguro) y con una maullido acentuado en francés se marchó.
Yo, acostumbrado a estas ausencias ya, me quedé resignado a sufrir la soledad, la ansiedad y el ostracismo. Tras pasar el día ahogado en rencor y planeando la rebeldía Ricardista (todavía sin adeptos) y encontrarme el alba hiperventilando en el sofá, la mañana me hundió en la melancolía. Había decidido tener parte activa en esta ausencia pero el entorno anti-ricardista se ha empeñado en que sufra esta pasivamente. Cenas en brasas etílicas, viajes para aquí, para allá, ahora tal, ahora pascual…
Ya no duermo a la hora ni me levanto temprano, no disfruto de mi cueva porque la ansiedad se me come. Mi vida es un sin vivir. He perdido el zen que me ha acompañado durante los últimos días y no me levanta el ánimo ni Federico. Ya no sonrío las 3 veces de rigor mientras escucho los podcast. He perdido el ánimo y camino de perder el apetito voy.
Ayer pedaleé con furia subiendo entre antiguos robles para recuperar ese zen perdido. En momentos parecía que ese punto de equilibrio volvía a inundarme pero era un espejismo. Los mínimos detalles cuentan mucho y perderte en el mismo camino 2 veces no ayuda. Hoy en día todo el mundo se entiende capaz de poner cartelitos indicando cual es el mejor camino, la dirección para andantes, para bicicleantes, automovileantes, el camino que es tuyo personal, otro que acaba en chufa(..). Así que cuando te has recobrado y estas metiéndote en ese limbo de sufrimiento aparece un cartel que te indica un camino. Te metes (mal!) y te das cuenta que el camino se cierra y los muros se han desplomado. Media vuelta y siguiente desvío que acaba en cartelito de propiedad privada contradictorio con el de tráfico rodado. Ya cuando retrocedes no tienes ese bienestar. Y una vez levantas la bici para sortear un muro desplomado mientras las zarzas te rodean las piernas ni siquiera recuerdas el concepto ese de zen. 20 metros más adelante, el bosque te envuelve, empiezas a hiperventilar y te apenas no tener un machete para selvas tropicales. Cuando llegas a un claro  el camino se abre y llegas a un cartel que ya has estado antes que te dice que es privado.
Y mientras bajo por ese camino (temeroso de que salga un pastor con una pipa para dispararte por allanar sus tierras ancestrales) el móvil comienza a sonar. Whatsup, llamadas pérdidas, alertas varias….Ha habido un ataque termo-nuclear en mi ausencia de cobertura?.
Si había un momento en el que estaba bien, recuperando mi zen y venciendo a la ausencia, ese momento me devolvió al vértigo de la ansiedad. Nos adentramos en tierras ignotas….
  

lunes, 25 de septiembre de 2017

Ricardismo



Nueva ausencia. Aquí estoy solo y meditabundo. He dicho triste? Pues triste también. Tan triste y  decepcionado con lo que me rodea que he decidido volver a mis orígenes. Dónde? A la soledad de una caverna lúgubre y fría. Al ostracismo y la incomprensión por parte de una sociedad que no deja de expresarse.
Pero no me quedaré aquí mascando mi soledad y el olvido al que me han postergado, renuncio a pertenecer a esto. Me emancipo. Declaro la Monarquia absoluta del rey en su ausencia D. Carlos. A tomar por culo! Dios, cueva y rey. Hoy es el primer día de este reducto absolutista en un mundo democrático en el que todos pueden decir tonterías y dar su opinión. Aquí en ausencia de D. Carlos (y no lo espero) se dice lo que diga yo, se hace lo que haga yo y cualquier acto discrepante conllevará penas sin ningún tipo de garantías jurídicas ni ostias en vinagre. Principalmente porque la cosa es más rápida así. Quién hable de dialogo en la cocina se va cómo mínimo desterrado al portal. No porque me vayan mal las discrepancias no; porque contradice al infante cuya designación no es por un simple sufragio de un pueblo sino divina. El mismo Dios ha designado a D. Carlos como soberano de un pueblo señalándolo  con su dedo creador. Punto.
Además, sinceramente si Dios lo quiere..Quién puede contradecirme? Y más importante, cómo quedarme con este mandato divino solo para mi cueva? Esa es la  gran contradicción del Ricardismo, el saber la tenencia divina de la razón y no tratar de imponerla al resto. Un fin elevado constreñido al solar propio.
En fin, resistiré en mi retiro voluntario y edificaré un Ricardismo fuerte para asaltar a todo aquello que me ha ultrajado y me ha apartado. Llegará un día en que los cumpleaños estén prohibidos y se juzgue a sus promotores y celebrantes y hasta los que han vendido esos juguetes en un sedicioso mercantilismo. Esa casta pueril y burguesa que poco a poco mina los valores fundamentales de esta sociedad tendrá que pagar con esas fortunas amasadas en el Monopoli u otros juegos de mesa. Esa élite vil que aparta al diferente por miedo y envidia y se esconde detrás de barbacoas y migas. Llagará el día en que se prohíban los mítines donde se acusa al virtuoso por escéptico y sobrio amparándose entre croquetas, saquitos y calamares. Ese día, no muy lejano, no seré magnánimo como nuestro D.Carlos lo fue, ese día seré justo y me apoyaré en la virtud para sentar las bases de un nuevo régimen.
El Régimen absolutista Ricardista luchará por una sociedad que haga lo que me apetece a mí. Mejor dicho, el régimen Ricardista basado en los pilares del Carlismo (que solo contempla la legitimidad del rey D.Carlos, en la gloria esté) creará una sociedad en la que NO se haga lo que NO me apetece y la gente tenga que hacerme mucho la pelota. Eso sí, todavía no se si represaliar a esa gente que discrepa conmigo o ha conspirado contra mí.
Aunque para eso queda todavía mucho tiempo. De momento me quedo aquí en la cueva, en la soledad lúgubre de la tierra mascando mi decepción con el entorno. Quizá aproveche el barro de mis zapas para dibujar en el techo escenas de caza…