domingo, 12 de junio de 2016

Disturbios mentales de un mantenedor en ausencias



Llegué a la hora habitual a mi lugar de trabajo. Los jardines vacios y el sol cayendo a plomo una tórrida tarde de junio. El sopor evita que el paisaje solitario me alegre. Mi cansino pedaleo me lleva a la fuente para llenarme una botella de fresca y cristalina agua. Y después el cansino pedaleo me dejará ante la puerta de la “oficina”. Todo quema y paradójicamente, dónde más sufro la intensidad del calor (y los rayos gamma, ultravioletas y x que seguro está disparando el astro rey) es en la piscina.
Tras utilizar varios tipos (todo esto con paso cansino) de compuestos químicos y mezclar otros, buscar la fórmula para hacer meta y exponerme a su contacto en forma gaseosa y líquida, salgo con mi sombrero vaquero de ese infierno. Busco aire fresco y programar unos riegos que mitiguen lo tórrido de la tarde al elemento verde. Regreso a los jardines vacios del principio.
Ahora los jardines están llenos de niños con globos de colores. Parece Disneyland  Paris en vez del sosiego que solo hace una hora había dejado. En una mesa a la sombra hay un grupo de yonkies apretados arremolinados sobre algo y con litronas en la mano. Paso al lado y me doy cuenta que son padres alrededor de una tarta con pocas velas y mucho chocolate. Las manadas de niño corren dejando tras de sí trocitos de papel, confeti, globos, mocos y alguno sujetándose la rodilla y sin poder coger oxígeno para llorar a gusto.
El suelo reverbera el calor que acumula y todo parece irreal. Programo las minas anti-persona en todos los jardines para la misma hora. 10 minutos después se pondrá en marcha el programa B y los aspersores de napalm comenzarán a funcionar. Perdón, el agua del riego. Abro llave 1 con familia de arañas venenosas. Abro llave 2 con escolopendra columpiándose. Salen alacranes del fondo cuando el agua fluye por los tubos. Una hidra trata de agarrarme la mano y cuando Polifemo se levanta cierro la tapa de la cueva de los horrores. Listo.
Hace calor y las criaturas gritan y corren por todos los sitios. Y de entre esa marea veo como se abre paso la capucha roja que oculta un rostro femelino. Será el espectro de “M” que lo proyecta desde su ausencia o serán mis deseos que la traen?. Claro que puede ser también la química de estos días y la falta de sueño….
Corro hacía la figura mientras el agua difuminada sale por todos los aspersores del jardín. Los niños comienzan a mojarse y elevar cánticos al unísono. Alcanzo a la figura y cogiéndola por detrás le pregunto: ¿Dónde vas Caperucita?. De espaldas y sin girarse me contesta que va al rio a lavarse el coño. El cuento ha cambiado bastante. Su voz no suena a “M” y ella jamás diría “coño” ni para recrear el chiste. Ella utilizaría la voz antigua del euskera “txomino”. Dirás que vas a ver a tu abuelita al bosque? –le observo yo para ganar tiempo cada vez más desilusionado. “Si papito, lo que tú quieras” me dice la figura antes misteriosa y femelina. “Quieres acompañarme..”
Los niños están tirando los trozos de columpio que previamente han destrozado contra un grupo rival que lanza piedras que sacan del muro. Van encapuchados todos y siguen con sus cánticos en la vorágine de violencia que desatan. Se pegan con las banderas del toys arus que han sacado de no sé dónde mientras otros llenan  biberones molotov, cruzan los carritos de sus hermanitos y se organizan para cargar. Las madres siguen con su parloteo y de vez en cuando alguna grita que no apunten a los ojos o que merienden antes de pegarse.
Yo vuelvo triste al trabajo y cagándome en la globalización me bebo un trago de cloro y me limpio las manos con salfumán (el super-héroe no, el químico) Cómo iba a ser “m”, que cegado estoy y cuanto mal hacen los programas de misterio de la radio. Si conoces la palabra bilocación es algo para mirártelo. Debería ir a un psico-análisis? Debería ordenar mi vida cuando sufro una ausencia?
Fuera, los disturbios arrecian, ahora los niños tienen rehenes (entre ellos la caperuza roja que gritaba que pusieran regetón y no híce nada por salvarla) y amenazan con matarlos si no viene un pokemon a dialogar con ellos. Las madres dicen que solo se están expresando y siguen con su soporífera charla mientras los antidisturbios no saben qué hacer.
Yo sigo esperando un regreso  femelino y  canino para poder dormir.
  

jueves, 9 de junio de 2016

El hidalgo Don Quijote



Un día normal de ausencia es que te despiertes con una llamada de teléfono de alguien que grita a medio camino entre el sueño y la realidad. Te habla de un campo de fútbol pero tú soñabas con un harén en un loodge de Alaska. No hay leche para el café y no puedes abrir los ojos por la combinación de alergia y que ayer te dormiste a las 4. Hace calor ya y son las 9 de la mañana. El teléfono se te ha roto y ya no se puede utilizar a partir de esa última llamada. Así que has de ir en persona a ver qué coño le pasa al campo, al almacén de toxinas que te ha llamado y al resto de jerarquías que conlleva ser un trabajador público en un mundo impúdico.
Te asustas porque no está Colette y piensas que te la has dejado, la han atropellado y ha provocado un accidente con el francés-andaluz motorista que desafía las leyes de circulación y de gravedad cada vez que conduce moto, coche, triciclo y cualquier vehículo que caiga en sus manos. Su puta madre!! Pero no está Colette; esta junto a “M” en Madrid haciendo que la ausencia sea más ausencia. Es triste pero respiras aliviado.
Después de muchos me han dicho, mejor habla con, “pídele a..” vuelvo a casa andando porque han cortado la calle a la altura de Ruba. El mundo gravita alrededor de esa casa. Cada vez más contento llego al piso. Me cuesta entrar porque mi llave es una mierda. Busco entre los cientos de móviles desechados que no funciona ninguno el adaptador de la tarjeta, la tarjeta sd, cargador….Cambio la tarjeta, cargo el móvil, activo la sim y me dedico a introducir correos, contraseñas y números y nombres miles. Lo hago cada uno 2 ó 3 veces mínimo porque pones recaredo en vez de Recaredo, luego recadero.com y era .es…..Su puta madre!!!Toda la mañana al teléfono para saber que la garantía no es tal y que whatsupp tiene “N” actualizaciones. Tu correo es incompatible con la versión x  no es este que es el otro, es Gmail, Outlook o Hotmail y estás saturado y gritas mirando al cielo: Eh!! Tío grande!!! Qué te he hecho yo??!!
La vida en ausencia es así y el día avanza. Cada vez parece más lejano el día de cobro y las carencias se acumulan. A la leche se le suma la gasolina, las drogas legales se van acabando..Las amenazas también se amontonan. Te llama tu corredor de apuestas y menta tus dedos. Te llama tu camello y habla de tus piernas. Tu carnicero de tus uñas. Tu peluquera de tus mechas. Si, también he visto muchas películas y a veces mezclo la realidad con (un poco) de fantasía, pero lo hago para evadirme un poco, para que no se me haga el cayo de la insensibilidad.
Me voy a currar porque (pese a que he empezado hace tiempo) ahora entro en horario laboral. Quizá me encuentre de nuevo con la visión de la figura femelina de capucha roja y su canino acompañante. Seguramente me estén esperando para que encienda el riego y puedan jugar sus adorables retoños a “pisa el aspersor” o algo parecido. Cómo envidio la gente que vive sin ausencias! O quizá no. Quizá solo envidio a Neo por poder elegir entre Matrix o la realidad. Todavía no sé si soy Sancho rodeado de Don Quijotes o soy Don Quijote rodeado de Sanchos.  


miércoles, 8 de junio de 2016

Ensoñaciones



El mundo laboral remunerado me tiene atrapado. Parece que vivo allí. Acabo de comer y en un parpadeo me encuentro con el sombrero de paja en medio de un enorme campo de futbol dónde la primavera empuja todo hacia arriba y lo tiñe de colores. Allí, en un jardín paso la ausencia y sufro la alergia. El sol quema, Junio pica en las piernas, los días enrojecen los ojos, la primavera rasca los pulmones y la tarde tapa las narices. Mocos, sudor y ausencia.
Parece ser que trabajo en un sitio donde la alegría es general. Los jardines se llenan de padres y niños que juegan, gritan y lloran cuando Jaimito les tira una piedra junto al tobogán que necesita una mano de pintura. Yo soy una especie de “Terminator” que ha sido construido para desempeñar un trabajo; frio y calculador. Veo la situación pero  bajo parámetros propios que no implican vinculaciones emocionales. Pedrada: sangre si el sujeto receptor se acerca a columpio. Piedra en jardín. Posible madre nerviosa reaccionando y olvidando bocadillo de fuet en el banco y zumo “Pascual” con pajita. Acción: retirar piedra. Recoger restos madre del banco. Limpiar sangre columpio.
Podría ser mejor si me diesen la oportunidad de ir armado. Nada letal, ni bazookas, subfusiles de repetición o las armas blancas típicas de mis ancestros; de corte, punzantes, de golpeo….Armas no letales que duelen, paralizan e imposibilitan. Entonces si podría sentar las  bases de un nuevo orden. Asignar números a  niños y progenitores, infligir castigos ejemplarizantes a unos y otros, sembrar la disciplina en el jardín y crear un ocio utópico. Simplemente es soñar, lo sé….Pero es tan bonito que te teman.
Allí estaba yo con el aspersor (a mitad de capacidad) una vez el sol se empieza a ocultar tras la montaña (bendita montaña que haré un altar pagano y sacrificaré animales en su honor) pensando en lo anterior mientras veía el cuadro de la piedra. No lo niego, fantaseaba un poco y me imaginaba con una careta de hockey (de portero xerografiada con manchas de sangre) y un capote negro en medio del jardín entre el silencio de los usuarios. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. O puede que el atuendo ya esté “cogido” y lo pueda sustituir por un jersey a rayas y un guantelete con cuchillas? Creo que también y sujeto a copyright y mierdas de esas. Es difícil crear un personaje pero yo tengo mucho tiempo y la idea merece la pena. Algún punto medio entre “the punisher” y Jason habrá. Podría descargar un podcast sobre Himmler y sacar ideas, releer a Mao o el manual del buen talibán…
Pero mientras el aspersor giró y el agua helada azotó mi abdomen con una sensación lacerante aguda  mi ensimismamiento se fue. Al levantarme y mirar si alguien me había visto, con la camiseta empapada y el corazón desbocado de ira, observé la figura cruzar al lado del tejo por el caminito.
La figura era claramente femenina aún embozada en una capucha roja. Delicada pero encerrando gran energía dentro de sus estilizadas formas que, sinuosamente, caminaba despacio. Era alguien femelino acompañado de un huargo blanco y negro. Me resultaba tan familiar que mi cabeza voló hasta más allá del muro en otra época. Antes del invierno (Noviembre?) Era “M” y yo estaba alucinando como el cuervo de los 3 ojos. Era la saturación en sangre de tanta química que mata algas, ácidos que disuelven y sustancias alcalinas que se depositan en mucosas y piel. Era ella que traía el fin de la ausencia una soleada tarde del día del Dios de la guerra (Marte). Segunda vuelta del aspersor con estocada incluida y grito desesperado. Al levantar la vista y buscar la figura ya no estaba.

martes, 7 de junio de 2016

4 segundos



Estamos de nuevo aquí frente a la pantalla del ordenador plasmando la ausencia. Lo digo en plural para no sentirme tan solo. No es que quiera parecerme a César o utilizar el plural mayestático en mis escritos, es la soledad. Soledad absoluta porque mi fiel Colette se ha ido también a Madrid. Y de momento estoy asustado siempre que cierro una puerta, arranco el coche, llego a un sitio o cuando me bajo de la bici. Normalmente siempre está allí; abro la puerta de casa de madre y la primera que entra empujando y apartándote a un lado es ella. Cierro la puerta de casa y se me hiela la sangre pensando dónde me he dejado a l can. Ayer con la bici lo mismo; de repente subía el pánico desde el corazón hasta la garganta en un nano segundo con la certeza de que ella se había perdido. Un segundo en el que piensas que te la has dejado en el coche y estará asfixiada, te la ha robado una banda de asesinos de perros o de traficantes de órganos o que por fin los gatos se han juntado y han decidido acabar con ella. Un segundo en el que se te hiela la sangre. Solo ese primer golpe asociado a años y años de compañía en lo que se ha convertido una rutina bien asentada.
Luego te acuerdas de que esta en Madrid y un alivio en forma de suspiro te recorre el cuerpo. El siguiente segundo es de nuevo la incredulidad de una nueva ausencia. “M” no te está esperando en casa cuando abras la puerta del apartamento con la mesa puesta llena de ricos platos y elaboradas recetas con ingredientes raros. Estas solo tú y tu alergia. Esta noche no te acostarás a su lado y podrás abrazarla mientras el suave tacto de la lencería de raso y su pelo ondulado de peluquería te animan a dormir.
El cuarto segundo es el del abatimiento. Pasas por pánico, alivio, desconcierto y al final te quedas con lo que perdura; un sentimiento de tristeza asumido que te acompañará durante todo el día. No es el momento de los planes y de los corta-fuegos, no te revelas todavía contra la condena injusta de la ausencia. A veces solo insultar y amenazar te consuela.
Estás solo. Solo en un mundo de personas que hablan otro idioma y tienen otros gustos y costumbres.