Estamos de nuevo aquí frente a la
pantalla del ordenador plasmando la ausencia. Lo digo en plural para no
sentirme tan solo. No es que quiera parecerme a César o utilizar el plural mayestático
en mis escritos, es la soledad. Soledad absoluta porque mi fiel Colette se ha
ido también a Madrid. Y de momento estoy asustado siempre que cierro una
puerta, arranco el coche, llego a un sitio o cuando me bajo de la bici.
Normalmente siempre está allí; abro la puerta de casa de madre y la primera que
entra empujando y apartándote a un lado es ella. Cierro la puerta de casa y se
me hiela la sangre pensando dónde me he dejado a l can. Ayer con la bici lo
mismo; de repente subía el pánico desde el corazón hasta la garganta en un nano
segundo con la certeza de que ella se había perdido. Un segundo en el que
piensas que te la has dejado en el coche y estará asfixiada, te la ha robado
una banda de asesinos de perros o de traficantes de órganos o que por fin los
gatos se han juntado y han decidido acabar con ella. Un segundo en el que se te
hiela la sangre. Solo ese primer golpe asociado a años y años de compañía en lo
que se ha convertido una rutina bien asentada.
Luego te acuerdas de que esta en
Madrid y un alivio en forma de suspiro te recorre el cuerpo. El siguiente
segundo es de nuevo la incredulidad de una nueva ausencia. “M” no te está
esperando en casa cuando abras la puerta del apartamento con la mesa puesta
llena de ricos platos y elaboradas recetas con ingredientes raros. Estas solo
tú y tu alergia. Esta noche no te acostarás a su lado y podrás abrazarla
mientras el suave tacto de la lencería de raso y su pelo ondulado de peluquería
te animan a dormir.
El cuarto segundo es el del
abatimiento. Pasas por pánico, alivio, desconcierto y al final te quedas con lo
que perdura; un sentimiento de tristeza asumido que te acompañará durante todo
el día. No es el momento de los planes y de los corta-fuegos, no te revelas
todavía contra la condena injusta de la ausencia. A veces solo insultar y
amenazar te consuela.
Estás solo. Solo en un mundo de
personas que hablan otro idioma y tienen otros gustos y costumbres.
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