sábado, 19 de mayo de 2012

"Valores"


De nuevo escribiendo en un piso silencioso y oscuro que ha dejado de oler a productos químicos (lejías, suavizantes, ambientadores..). La ausencia de “M” se deja notar en todos los sentidos. Primero empieza a oler raro, luego aparecen manchas que se extienden conforme pasa el tiempo y el silencio se adueña de todos los espacios de la casa.  La casa comienza a ralentizarse y sus constantes se minimizan.
Ahora estoy en el principio del protocolo. Todavía la cocina y el baño huelen a ese frescor químico que se comenzó a popularizar en las trincheras de la Gran guerra. Es mucho más suave y resulta agradable aunque no se puede olvidar que es el nieto del gas mostaza. Por eso debería abrir la ventana y aprovechar todo el tiempo que pueda para alejarme de ese veneno.
Pero no quiero hablar de esto ahora porque además me suena que ya lo he contado. Mis preocupaciones en este momento son otras muy diferentes. “M” se ha ido a Valencia. “M” es una persona que es en detestable lo mismo que el profesor Moriarty en maldad lo sé. Pero a mi me gusta así; detestable y pelirroja californiana. También es alguien a quien llevo inculcando en el subconsciente muchos años los más rancios valores montañeses; aislamiento e inmovilismo, el culto a lo ancestral, a lo viejo. Cuando ella duerme, le susurro al oído a modo de mantra información que la capta sin ser consciente. Esta se queda allí, encerrada en un oscuro y recóndito trozo de su cerebro, almacenada pero activa. “Más vale dolmen conocido que museo por ver” es una recurrente. “Dios, Patria y rey” la utilizo bastante. “Teme a lo desconocido y a lo nuevo” me gusta mucho. En fin, cosas de esas….  
Y ahora esta en Valencia. Mi detestable dama en una ciudad a orillas de un mar que solo nos trajo desgracias a los montañeses de estos lares. Allí donde hace siglos los hijos de estos valles embarcaron para no volver en pos de Neopatrias Sicilias y parajes ajenos a nosotros. Una ciudad llena de nefastas influencias como el sol, el mar y la diversidad de la gente. Gente de todos los credos, religiones y algunas que serán polígamas y todo.
Si, tengo miedo. Tengo miedo de las influencias de su entorno más cercano allí. Y es que su misma sangre, con quien comparte una buena parte de su información genética se halla rodeada de intelectuales de esos con gafas que leen libros y seguro van al teatro, que critican a al futbol y hasta a la iglesia si te descuidas. Influencias nocivas que hablan en lenguas diferentes que acaban en “i” y en “t” y no van de propio o de cojón. Tengo miedo pero me he pasado muchas noches en vela susurrando….

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