lunes, 21 de diciembre de 2015

PIN BALL



Hace 3 duchas que “M” partió. Recientemente me ha comunicado que su retorno se retrasará todavía más. Para celebrar la noticia hoy me he quedado despierto hasta las 5 de la mañana. También he madrugado para disfrutar más de la soledad y estar en un limbo zombie y de ansiedad toda la jornada.
Sin nada que hacer y sin un rumbo predeterminado me enfrento al nuevo día desde temprano. Como en un pin-ball salgo de casa rebotando en el camino sanitario de Colette hasta casa de mi madre donde salgo disparado al castillo y entro al jardín salgo al patio entro al jardín y retorno al patio (..)
Mientras voy golpeando  y rebotando la mañana en mí pin-ball tamaño Biescas no me doy cuenta que el motivo es ansiedad y no focalizar un fin. Me paro en una doble falta y trato de solucionar mi estado buscando una meta para ese día. Tras varios intentos de buscar algo productivo o beneficioso se me ocurren ocupaciones  tontas y estúpidas. Irme de chatos de vino, dedicarme a Colette y sus deseos emulando el libro de “Tombuctú”, subirme a esquiar a Formidal solo y con esquíes nuevos, infiltrarme en un grupo de vecinas madres y hacer soflamas feministas (..)
Lo de Colette es muy aburrido. Ella me mira, yo la miro, ella olisquea, espero, sale de estampida tras un gato; la sigo y espero 10 minutos de tensa mirada entre especies hasta que me canso. Me voy de chatos de vino…
Primera acción a realizar; elegir compañeros  de viaje. Iré a un filón a encontrarlos. Iré a la Gruta. Cruzo el pueblo y me encuentro el bar oscuro y gélido. Siento una presencia pero no veo a nadie. De repente una sombra entra en mi espacio visual y se me erizan los pelos me entra el pánico y salgo corriendo. Ha sido algo irracional lo sé, pero sin armadura y espada flamígera no me quedo.  Rebotaré hasta otro lugar menos tenebroso.
Rebotando y chocando llego hasta una terraza dónde encuentro varios grupos posibles. Allí esta parte de la delegación del chato de vino. Me acerco, pido uno y me hago el despistado hasta que me saluda alguien de ellos. Debe ser el  jefe porque lleva la voz cantante y el resto no habla; asienten, beben y asienten. El jefe me pregunta:
 1. Procedencia: Descripción del lugar e interpretación. Prejuzgar todo y no acabar el juicio dejándolo en suspenso con ruido que denota duda, incredulidad y enfatiza en el desagrado moral.
2. Estado actual mío y de “M”: Pormenorizado. Incluyendo crítica o desconformidad con género femenino entre interacciones con ruidos incluido (véase apartado 1)
3 Trabajo actual e intención de voto.  Incluye crítica al sistema y anhelo anteriores gobiernos y requiere coletillas tipo “todo está muy mal”, “ya veremos….”, “esto acaba en una guerra” y varios “Si estuviese yo….”
Me doy cuenta que es un profesional y que no va a permitir que le quite parcelas de protagonismo o que me integre en su ágora. Es como un filósofo griego departiendo entre la multitud. De joven, iba a la orilla de Arás a hablar con piedras en la boca para aprender la dicción exacta y el tono apropiado en un bar. En ese momento su disertación cambia de tema, me obvia y se remonta 50 años hablando de Suarez, Franco y el vino añejo de la época. Me ha expulsado y enviado al ostracismo. Dejo el vino que disimuladamente se acabará de un trago el filósofo para cruzar el bar en busca de la siguiente meta; grupo de madres.
Me pido un cortado; agitado no batido en voz alta para que me oigan y me siento en la mesa de al lado. Todas me saludan sin saludar y todas sin dejar de hablar y escuchan a la superiora que habla de 3 cosas a la vez moviendo la mano a una velocidad increíble.  Irina Palm es mano lenta a su lado. Se arreglan cada tema 2 veces la chaqueta y siguen con el siguiente. Despellejan a la profesora de Carlitos y critican su pelo, a su novio que es de Cuenca y tiene una casa que hace chaflán, la receta de la suegra de una y hacen una crítica literaria entre medias del club de la lectura.
Mi mente divaga entre el murmullo general de las madres monótono y me trae imágenes de la última película porno que vi. Separar una de ellas (de peso medio) y hablarle de verduras con forma fálica para acabar desnudos en el sofá de su casa o la alfombra mientras me utiliza como un juguete sexual. Trato de hacerlo pero se cierran en círculo hablando de 20 temas a la vez siguiendo la conversación de la jefa de manada como las cebras en la sabana. Necesitaría al menos 2 más para cercar a alguien y sacarlo de allí para luego atacar y devorar. Es imposible encontrar a alguien que haya visto porno y los documentales de la 2 simultáneamente para asociar la empresa que tengo entre manos. No hay nadie que sufra la ausencia como yo…
Derrotado salgo al exterior y reboto hasta casa de mi madre.  Pronto será la hora de comer y lo peor ha pasado ya…  

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