La barba sigue picando bastante.
No sé si aguantaré mucho más mi protesta isabelina. Ayer fue un día aburrido en
los que no se puede hacer nada. Un día lleno de despropósitos y de puro y duro
aburrimiento. Un día en el que estas tan aburrido que no haces nada de puro
aburrimiento. En un día de ausencia por supuesto nadie está donde debiese así
que tienes que aburrirte solo. Por 2 veces estuve tan aburrido que casi me meto
en la ducha y me afeito. El aburrimiento es el peor enemigo de las propuestas
isabelinas. Tirado en la alfombra me aburrí viendo una película de época
victoriana que se aburrían más los personajes que yo. Había hasta una mosca que
pasaba cada 10 segundos con el ruidito del vuelo que suena a un completo y
enorme aburrimiento. Cualquier iniciativa que me pasaba por la cabeza me aburría.
Como todo el mundo sabe el
aburrimiento es algo que sin darte cuenta se te pega en el alma y pase lo que
pase ya no te lo quitas. Solo puedes mirar el teléfono y esperar a que suene
(que no lo hace nunca) o venga un whatsup. Si suena el móvil, sabes que al otro
lado esta alguien tan aburrido como tú que llama para compartir el
aburrimiento. Y en esa situación tan aburrida pues cuelgas porque ya tienes
bastante con lo tuyo. Puedes llamar a alguien tu pero invariablemente ese a
quien llamas estará ocupadísimo. Los bostezos de la película victoriana se te
pegan y mientras piensas en que la actriz que interpreta a Lady Commental esta
buena pero es aburrida. Tan aburrido como sería quitarle las 7 faldas para cepillártela
como ha intentado hacer Mr. Bright. Al final se ha quedado dormido el pobre a
mitad del curro. Suena el teléfono y otro aburrido te llama arrastrando los monosílabos.
Si una conversación está plagada de preposiciones cuelga.
En el whatsup sigues intentando
montar un pádel que será imposible concretarlo porque uno no puede hasta la
hora n, otros 2 si pero el 4º espera al
1º y cuando confirmas hora es el pádel quien niega la hora y te da otra
diferente que has de concretar como en un billar a 3 bandas lleno de
carambolas. Qué os den …!
La mosca vuelve a pasar. Mr
Bright sigue dormido encima de una bostezante lady Commental llena de refajos y
de lazos. La barba me pica y el mundo está parado. Demasiado aburrido para
cualquier plan.
La tarde sigue y ya he intentado
leer 3 veces, encontrar un canal 7 veces y he desechado 20 planes tipo limpiar,
asearme, cocinar, pádel, correr, pasear (..).
Me voy. Me cambio y me doy cuenta
que huelo mal y parezco un indigente en busca de cartones de vino. Salgo de
casa. Bajo un rellano de la escalera muy aburrido. Me paro, subo, entro en casa
y me tiro en el sofá. La mosca pasa zumbando. Ya está bien! Me quito la ropa
por el pasillo y me meto en el baño helado. Me ducho batiendo mi record
personal de permanencia debajo de la misma. Utilizo todo lo que me rodea; gel,
shampoo, acondicionador y otro gel. Otra plusmarca personal. Me seco y delante
del espejo comienzo a acumular botes y enseres. Me afeito con espuma y luego me
pongo after-shave. Primero me afeito perfilando la barba; parezco gay. Luego me
dejo perilla; parezco un tonto que se cree guay. Me dejo bigote de hockey;
parezco un tonto que lo sabe. Me dejo perillita como un mosquetero; parezco uno
de podemos que es gay y tonto. Bigote a lo Bismack; parezco una caricatura. Bigotillo;
soy ridículo. Me afeito todo. Crema hidratante de aloe vera, otra que pone
contorno y rebusco si me he dejado algo. Observo los signos de la vejez en mi
careto impoluto; canas y pelillos que salen en sitios que no debían y que es
imposible cortarlos rasurarlos o quemarlos. Lo sé porque pruebo. El móvil suena
desde algún sitio pero ahora que no estoy aburrido no voy a coger el teléfono a
nadie que se aburra. Sigo utilizando cremas de “M” y acabando con todo rastro
de mi conducta isabelinamente sucia. Me miro en el espejo. (Me follarías?. Yo
me follaría a saco). Incluso viene la mosca pero no me reconoce después de
compartir conmigo toda la tarde. Ahora pasa de mí; no le parezco interesante.
Así que se posa describiendo una cabriola sobre el lavabo y la mato. Que se
joda; a mí no me niega el saludo un insecto.
Cojo la ropa que he llevado todos
estos días y la quemo en la chimenea. Cojo el teléfono y le digo a un aburrido
que me pilla en mal momento; liado. Que se duche y se asee el guarro. Me seco
hasta el pelo antes de vestirme y salir a pasear a Colette en una noche
fresquita en la que hay un montón de estrellas fugaces. Escucho Massive
mientras camino y me siento bien. Luego iré a casa y escribiré esta crónica,
cocinaré algo y tal vez hable con “M”. “Lo cierto es que soy una persona
aburrida. Pero eso va a cambiar; yo, voy a cambiar. Es la última vez que me
aburro así. Ahora voy a reformarme y dejar esto atrás. Ir por el buen
camino y elegir la vida. Estoy deseando
ser como vosotros; el trabajo, la familia, el tv grande que te cagas, la
lavadora, el coche, el cd, buena salud, colesterol bajo, telebasura, ropa
deportiva (…) ir tirando tirando hasta el día que la palmes” (El joven Renton.
Monólogo final)
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