martes, 4 de octubre de 2016

Migraciones



Aquí sigo. En un infierno de calor donde el sol es nuestro verdugo. Aquí no viene la brisa desde el centro del Atlántico para refrescarte. No hay atardeceres largos donde el sol se hunde en el mar en rojo y amarillo mientras la cerveza sabe a miel y la sal parece que hace crujir tu piel. Tampoco hay olas. Ni siquiera hay espumas.
“M” lo tiene todo: la brisa, las olas, las espumas, la birra que sabe a miel, a Colette y los atardeceres llenos de rojos y escotes exuberantes, piernas torneadas, ojos candorosos, labios sugerentes (..) y si, musculados surferos también.
Biarritz es un lugar lejano desde mi posición actual. Si a eso le unes que no has dormido y que estas en una ola de calor, tu vida parece desdichada. Dan ganas de alcoholizarte
                                                                                                                         Principio de Septiembre.



Este parrafito es lo último que escribí en este diario de ausencias. Solo distan 20 días entre uno y otro. Cierto es que también distan muchos kilómetros entre uno y otro, diferentes latitudes y sobre todo mucha tierra. Pero al final, para mí, el significante es el mismo; soledad.
Me acabo de levantar y en un día todo mi reloj biológico se ha esfumado. Son las 10 y ayer me dormí a las tantas. Vi una copia de la copia remasterizada de la copia de una peli de vecino  asesino y madre guapa incluida. Jugué el partido de pádel más insulso que pueda recordar y noté el aliento de la ansiedad durante todo el día. Son las fechas. Es el cambio de estación que hace que la gente que me rodea migre a saber dónde y porqué. Estoy solo en una estación extraña y rodeado de gente ajena. Y no mejora porque día a día me duermo más tarde, veo pelis más anodinas y juego peor a lo que sea. Un tenis? Desastre. Un pádel? Horrible.  
Somos animales que con el cambio de estación, cuando el calor deja paso al otoño migramos en bandadas haciendo una v con el líder en su vértice marcando el camino. Los de atrás darán graznidos reforzando la posición del guía y demostrando su sumisión. Puede que se busque alimento, puede que se busque el calor o puede que solo se migre por una cuestión de ese instinto animal que todavía nos queda escondido en algún recoveco de la mente. Un instinto que viene dado por lo atávico de las tendencias que en nuestra época nos hacen parte de una gran manada. Lo que dice tal web es tendencia o lo que dice cual en tal blog es trendy y así obligatorio y dogma. Hay que ir graznando migrando de un lado a otro tras el líder con una lista de sitios trendy e imprescindibles para retornar la próxima estación y graznar a la manada.
Puede que sea algo de nuestra condición animal o puede que sea una conspiración contra mi persona. Puede que todo confluya en unas fechas para joderme el karma. Puede que mi rutina, mi recta y ordenada vida  ofendan a toda esa gente que me rodea y quieran perturbar mi paz y mi armonía, mi revés y mi drive.
Pero no quiero hablar de esto y quejarme porque como siempre; tengo un plan. Esta vez el proyecto es muy ambicioso. Releyendo el párrafo de hace un mes  también me he acordado de los buenos momentos. Voy a planificar un pequeño Biarritz aquí en mitad del Piri. Al menos actuaré como si lo fuese. Quiero que “M” sienta envidia de mí allí donde está.

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