He jugado al tenis sin alma. Me
he ido a pedalear sin alma. No puedo estar en ningún lado porque no tengo alma.
No hay nada en el pueblo. No hay nadie en el pueblo. Todo sigue igual bajo ese
sol soso y agónico. No hay nada que leer, que ver, que hacer, nada en la
nevera, nada que escuchar; nada nuevo bajo el tonto sol.
De los “muertos chateantes” he
sacado más información sobre la extraña figura de la flautista. Alta y
detestable, figura felina, pelo rojo, tetas sin constatar, no atiende al
teléfono, no utiliza varios dedos para tocar la flauta y otros datos equívocos
que no llevan a ningún sitio. Paró su coche en la plaza, tocó su flauta y
arrastró a todas las almas con ella. No hay fotos porque a nadie le apeteció
sacarlas.
La situación es parecida en otros
sitios. Varios “muertos esquiantes” me han llamado para esquiar sin alma pero
no me apetece. Mi casa sigue inmersa en esa nada opresiva. Los vasos del
desayuno se amontonan y comienza a vérselos por el salón. Los pelos de Colette se
acumulan por todos los lados en su mejor caso porque si no, los arrastran las
corrientes como las míticas plantas de los pueblos del far west.
Yo subo a mi piso vacío y bajo de
nuevo a las desiertas calles sin rumbo y sin sentido. He estado pensando mientras
paseo a Colette por no estar en ningún lado o por hacer algo pero sin ganas.
Las descripciones coinciden con “M”. Mi novia-gato, detestable y ausente es la
flautista causante de la nada y del vacío. Pero no me apetece pensar porque me
aparta de la nada que se me come. No puedo caer en esto. He de luchar.
Puede que estemos en una epidemia
vírica debida a este sol florero? Puede ser “M” la causante de tanto vacío?
Estaré en una novela de Michael Ende? Y si es así, soy Momo o soy el que iba
montado en el dragón? Volveré a mi piso vacío y cogeré la lupa de investigar.
Tengo una misión, poco a poco recuperaré mi alma. Elemental querida Colette; no
tengo lupa de investigar. No tengo nada que hacer. No recuperaré el alma. Y hay
tantas preguntas…
Tomó café rodeado de unos escasos”
muertos guiñoteantes”. Al menos ellos tienen sus cartas. La nada se ha pegado
en nuestros corazones y nada podemos hacer para cambiar eso Colette o yo. Podríamos
cambiarlo corriendo tras los gatos ella o haciendo algo yo, pero ni ganas. Me
voy rápido; no quiero estar allí. Se me había ocurrido jugar al guiñote y hacer
trampas pero seguro que me dejaban magullado en la terraza vip. Al menos sería
algo diferente. No me han dejado jugar.
Voy a cambiar esto. Ninguna
flautista se lleva mi alma y mucho menos una flautista que no usa todos los
dedos o lo hace en “play back” como me imagino. Sea “M” o no lo sea; voy a
luchar con toda mi pereza y desgana para cambiar las cosas. Pero igual luego
que no me apetece ahora que justo estaba pensando dónde voy, qué hago, quién
soy y por qué por qué por qué.
Pasearé hasta el vacío de casa
por las calles desiertas mientras veo grupos de “muertos cañeantes” a través del
cristal de los cientos de bares del pueblo triste. Hace días que no veo gente
conocida o viva. La nada se ha adueñado de Fantasía.
Fin de la 2º parte.
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