Nunca te fíes de un gato. Da
igual que tenga bonitos ojos y engatusadora la mirada. No creas que su pelaje,
por precioso y suave lo hará más faldero. No pienses que sus contoneos felinos cuando
le pones la comida evitaran que se vaya. Un buen día cuando te levantes, no encontrarás
al minino. Estará en un tejado lejos del tuyo quizá maullando a la luna quizá
maullando al sol. Pensarás en sus bigotes y en sus zarpas que no pueden cazar,
pero lejos, allí en los tejados solo tiene que maullar. Pensarás que cuando
caiga la noche y el frio se adueñe de los callejones y de los tejados volverá
ronroneando a tu chimenea a calentarse.
Pues no. Nada de esto. Llevo
encendiendo el fuego y dejando el balcón abierto 3 días y todavía no ha
aparecido. Compraré una lubina y la haré al horno. La dejaré en el balcón
pensé. Pues ….tampoco. Preguntaré a la Dama de los gatos, me dije. No había
visto al minino. Estoy de nuevo en la ausencia. No me lo puedo creer.
Me acabo de levantar para
desayunar en un ambiente gélido. No he oído ni miau, ni nada esta cambiado de
lugar, ni me falta nada ni sé que hacer. La nada se ha adueñado del pueblo como
el año pasado ya ocurrió. Nada que hacer, nada que ver, nada de nada….
El cielo es gris y llueve por las
mañanas. Las noches son frías y el fuego ya no se enciende, por lo que me
acurruco bajo las mantas esperando a un sueño que nunca llega. La gente que en
otros tiempos no dejaba de llamar se ha diluido en la nada que sume todo.
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